Periodista con espíritu rebelde y alma de rebelión, Pascual Serrano ha sido durante dos años asesor editorial del canal internacional Telesur. Colabora actualmente en una decena de publicaciones españolas y latinoamericanas. Diagonal, Le Monde diplomatique y Público entre ellas. Además de El periodismo es noticia (Icaria, Barcelona, 2010), eje de esta conversación, entre sus últimas publicaciones cabe citar: Medios violentos (El Viejo Topo, 2008) y Desinformación (Península, 2009).
Tú último libro lleva por título El periodismo es noticia. Tendencias sobre comunicación en el siglo XXI. Señalas en la introducción que el libro pretende ser un alto en el camino para poder pensar con calma sobre todo lo que se ha dejado atrás y hacia dónde se va. ¿Hacia donde va el periodismo del siglo XXI en tu opinión?
Te mentiría si dijera que lo sé. Ni siquiera pretendo descifrarlo en el libro, mi idea es poner sobre la mesa algunos debates sobre el periodismo que nunca se quieren plantear. Especialmente por parte de los dueños y directivos de los medios de comunicación, y los políticos que no tienen o interés o audacia para querer debatir esas temáticas.
El primer capítulo está dedicado a la crisis, la crisis en los medios y los medios en crisis. Sobre este segundo nudo: ¿están los medios realmente en crisis? ¿Qué medios? ¿Qué razones explican la situación?
Si hablamos de crisis empresarial, sin duda los medios escritos se encuentran en un grave problema. Pero al ciudadano no le deberían preocupar las cuentas de resultados de los periódicos, sino la calidad y decencia de su contenido, y eso hace tiempo que lo perdieron, incluso cuando ganaban dinero.
En el siguiente capítulo trazas un balance de los observatorios de medios. ¿Cómo valoras esas plataformas críticas?
Soy muy crítico. La idea original fue revolucionaria, pero hay que ser valiente y decir que no están funcionando y que sin la colaboración de los Estados nunca podrán ser suficientemente útiles.
Tampoco la red está ausente del libro. ¿La red es un medio que da libertad? ¿Nos enreda o nos libera?
La izquierda ha pasado de una fase tecnofóbica a una tecnofílica. Como en tantas cuestiones, hay elementos positivos y negativos en cualquiera de los dos polos. Lo preocupante actualmente es la sensación de una parte de la ciudadanía de que sentado frente a un ordenador se puede ser un ciudadano comprometido, un militante político y hasta un activista revolucionario. Todo desde un teclado. Creo que puede ser la gran trampa del pensamiento dominante.
¿Internet va a acabar con la prensa de papel?
Supongo que no, pero si los que hacen prensa de papel sólo intentan hacer noticias sencillas y breves que se publiquen con urgencia pues perderán la batalla porque precisamente eso es lo que mejor se hace con internet. Creo que es el momento de que los editores de la prensa escrita opten por tratar los temas con profundidad y contexto, y dejen los breves urgentes para internet.
¿Cómo pueden los medios que llamamos alternativos ayudar o facilitar el desarrollo y empuje de los movimientos sociales con voluntad de cambio?
Creo que ambos, medios alternativos y movimientos sociales, deben entender que son lo mismo. Un medio alternativo no deja de ser un colectivo organizado como movimiento social y un movimiento social pretende ser un medio alternativo de difundir información. Ahora de lo que se trata es de que empiecen a colaborar juntos y ambos conozcan en qué pueden ayudar al otro y, al mismo tiempo, a sí mismos. Es necesario que los medios alternativos prioricen a los movimientos como fuentes de información, y que los movimientos comiencen a considerar a los medios alternativos como agentes de información de primer orden.
El capítulo VI de tu libro tiene como eje la objetividad y el compromiso. ¿Se puede ser objetivo en el ámbito del periodismo? Un periodista crítico que tome partido por los desfavorecidos, ¿puede aspirar a la objetividad? ¿Qué significa aspirar a la objetividad periodística en tu opinión?
Una vez más estamos ante una guerra de lenguaje. Las empresas privadas de comunicación se han apropiado del concepto de libertad de expresión cuando se refiere a su negocio y de objetividad e imparcialidad cuando se refiere a sus contenidos. Debemos denunciar ambas incautaciones. Ni son neutrales ni se puede ser. La ciudadanía ya no quiere que la saturen de expertos que le digan lo que debe pensar, de forma que ahora todos los medios privados se presentan como neutrales y portadores de información aséptica y equidistante y así es cómo logran ser más eficientes. El poder que domina hoy los medios ha satanizado el compromiso del periodista y luego se ha puesto a deslizar intencionalidad ideológica presentada como información. Debemos combatir esas dos cuestiones. Por un lado recordar que los más brillantes y profesionales periodistas de la historia se sintieron comprometidos con las situaciones que debían narrar y explicar. Y por otro mostrar que esos grandes periódicos que dicen ser objetivos no lo son. Basta con observar las noticias que eligen para publicar.
¿Qué tópicos crees que hay que romper sobre los medios públicos y privados, otro de los temas que desarrollas en su ensayo?
Varios pero principalmente denunciar ese latiguillo de llamar independientes a los privados y oficiales a los públicos. El caso de Italia es muy elocuente, allí Silvio Berlusconi es el jefe de todas las televisiones, las privadas porque son de su propiedad y las públicas porque es el primer ministro. A pesar de todo el daño que está haciendo a estas últimas, nadie discutirá en ese país que son las privadas las que actúan con mayor complicidad hacia sus escándalos de corrupción, mientras que, con mucha batalla y dificultades, la televisión pública y sus profesionales se resisten a perder su independencia. En conclusión, son los medios privados los que sirven a sus dueños y no los públicos.
Al hablar del ALBA en el último capítulo de tu libro apuntas a “una luz de esperanza”. ¿Qué esperanza es esa? ¿Por qué?
Aunque bastante tarde, los gobiernos de izquierda latinoamericanos están reaccionando a la guerra mediática que están sufriendo. Están desarrollando y mejorando los medios de comunicación públicos y creando las condiciones legales para que se puedan desarrollar los medios comunitarios y alternativos. Sin duda, se trata de una situación mucho más avanzada que la que vivimos en Europa, que cada vez que se legislan licencias es para cerrar medios alternativos.
En tu opinión, ¿se puede hablar como a veces se hace de prensa libre occidental? ¿Es libre la prensa en los países del capitalismo depredador y globalizado?
Es evidente que no. Del mismo modo que derecho a la salud no es un hospital privado, ni derecho a la educación es un colegio privado, tampoco una televisión o un periódico privado es el derecho a la información ni la libertad de prensa. Por otro lado, en el capitalismo moderno de los países occidentales la principal herramienta de control opera sobre el pensamiento y la opinión pública, de ahí que los medios se convierten en una vía prioritaria de trabajo ideológico y político por parte de quien los opera. Puesto que los medios suelen ser habitualmente grandes empresas que requieren de un modelo neoliberal para sobrevivir, de importantes firmas como anunciantes y de accionistas poderosos para garantizar las inversiones, el resultado no podrá ser nada que se considere libre.
¿Cómo ves la situación de la prensa y de los medios en España? ¿Hay motivos para la desolación?
Mi próximo libro es sobre los grandes grupos de comunicación en nuestro país y te puedo adelantar que el panorama es efectivamente desolador. Estamos ante tiburones empresariales que solo buscan la rentabilidad y la connivencia con el poder político que les ofrezca concesiones y privilegios. Son sólo un epígrafe más de empresas que cotizan en Bolsa o del Registro Mercantil. Lo importante ahora es empezar a plantear un modelo alternativo.
¿Cítame algún diario que merezca tu atención y tu reconocimiento?
Que merezcan mi atención muchos, je, je, pero que merezcan mi reconocimiento en España no hay ninguno. Debo reconocer que Público ha supuesto alguna novedad, pero tampoco debemos albergar muchas esperanzas. Quizás en otros países sí. Por ejemplo en México La Jornada y en Italia Il Manifesto.
¿Hay algún canal de televisión que responda a un criterio de calidad y formación pública razonable en tu opinión?
Menos todavía, es más, creo que, por principio, no debemos ver ninguna televisión privada española. En cuanto a la pública debemos vigilarla y exigir su mejora. Personalmente, y aunque gran parte de la izquierda lo ha criticado, creo que la decisión de eliminar la publicidad ha sido acertada, ahora debemos exigir que aumente la calidad de los contenidos y que la innecesaria búsqueda de anunciantes no sirva para abandonar el interés en mejorarla.
¿Por qué crees que los jóvenes parecen estar muy alejados de la prensa escrita?
Los jóvenes están abducidos por la cultura audiovisual. Eso afecta a su alejamiento de la prensa escrita. Me temo que es un problema que va mucho más allá de las deficiencias de la prensa y que afecta a nuestro modelo cultural y educativo, así como al culto a la imagen en las nuevas generaciones. Es necesario desmitificar la imagen como modo de conocer la realidad y reivindicar el texto, el razonamiento y el análisis que sólo la palabra (oral o escrita) ofrece.
Serrano, Pascual. “El periodismo es noticia. Tendencias sobre comunicación en el siglo XXI”. Icaria. Barcelona, abril 2010. ISBN. 978-84-9888-205-6. 144 páginas. PVP 15 euros