Página personal del Periodista Y Escritor Pascual Serrano

Los organismos humanitarios equiparan la represión y violación de derechos humanos de la Alianza del Norte a los talibanes


Las dos organizaciones más prestigiosas de derechos humanos del mundo, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han coincidido en denunciar el tenebroso pasado de violaciones de derechos humanos de los socios occidentales en Afganistán, la Alianza del Norte. Este frente opositor a los taliban está siendo la gran apuesta de Estados Unidos y sus aliados para desplazar al gobierno de Kabul, sin embargo sus antecedentes no tienen nada que envidiar a los taliban en cuanto a violación de derechos humanos y represión.

El pasado 5 de octubre Human Rights Watch dio a conocer un informe en el que afirmaba que "varios comandantes asociados con la coalición emergente de las fuerzas de oposición en Afganistán tienen antecedentes de serias violaciones de los derechos humanos".

"Los Estados Unidos y sus aliados no deben cooperar con comandantes cuyos antecedentes de brutalidad cuestionen su legitimidad dentro de Afganistán," dijo Sidney Jones, directora djecutiva del la División de Asia de Human Rights Watch. "Cualquier país que brinde asistencia a la oposisión afgana debe responsabilizarse por la manera en que esa asistencia sea usada."

En especial, Human Rights Watch urge a que no se coopere con Abdul rashid Dostum, el cabecilla de la milicia Junbish; Haji Muhammad Muhaqqiq, un alto comandante de Hizb-I Wahdat; Abdul Rasul Sayyaf el lider del extinto grupo Ittihad-I Islami; y Abdul Malik Pahlawan, un alto ex-comandante del Junbish.

Los abusos que fueron acreditados en un área controlada por una facción del Frente Unido a fines de 1999 y principios de 2000 incluyen ejecuciones en masa, quema de casas y saqueos a grupos de Pahtuns. Tanto el Frente Unido como los talibán han reclutado para sus ejércitos a menores de 15 años.

Los diversos grupos que forman el Frente Unido también tienen un record deplorable de ataques a civiles entre la caída del régimen Najibullah en 1992 y la captura de Kabul por parte de los Talibán en 1996.

"Ni un solo comandante afgano ha sido llevado a la justicia por violaciones de los derechos humanos," dijo Jones. "Es la hora de romper este ciclo de impunidad, y los Estado Unidos y sus aliados tienen la suficiente fuerza para hacerlo."

La Alianza del Norte está integrada por organizaciones ultrareligiosas y narcotraficantes que gobernaron Kabul entre 1991 y 1996, los tres principales grupos que la componen son Jamait Islami (Socedad Islámica), con un sangriento historial de violaciones, saqueos y matanzas de civiles; el partido chiíta Unidad, que estuvo en el gobierno ultrareligioso afgano en 1992, y el Movimiento Islámico Nacional, cuyas tropas se dedican al pillaje y el narcotráfico, según ha documentado el investigador del London School of Economics, Isaac Bigio, y Antonio Giustozzi, autor del libro "Guerra, Política y Sociedad en Afganistán".

Por su parte, Amnistía Internacional también publicó un informe el 1 de noviembre en el que recuerda que "a lo largo de los 23 años que dura el conflicto, ha documentado graves abusos contra los derechos humanos cometidos tanto por la Alianza del Norte como los talibanes".

Según han podido observar los periodistas occidentales desplazados a la zona bajo control de la Alianza del Norte, todas las leyes fundamentalistas destinadas a reprimir a las mujeres están siendo aplicadas por la oposición afgana, socia de EEUU y sus aliados, incluida la obligatoriedad del burka y la prohibición de la educación para las mujeres. Asimismo, la Alianza del Norte está utilizando rutinariamente las minas antipersona, cuyo protocolo de prohibición firmaron las naciones occidentales hace dos años.

En estos momentos, tanto la Alianza del Norte, como los comandos de elite norteamericano están operando codo a codo contra los talibanes. La apuesta indiscutible por estos grupos de oposición como alternativa a los talibanes confirma que las intenciones norteamericanas, una vez más, no tienen ninguna relación con la democratización o la mejora de las condiciones de vida del pueblo afgano, sino la búsqueda de un gobierno fiel a los intereses de Estados Unidos.

 
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