Sin embargo, hay dos cuestiones esenciales que suelen evitarse en los discursos. La primera tiene que ver con la función del periodismo, nacido como instrumento de transmisión de hechos en un instante en que la cantidad de información era escasa, y que hoy ocupa la situación inversa. La enorme cantidad de informaciones que manejamos han provocado una saturación que deriva el papel del periodismo hacia nuevos terrenos. Unos apuestan por entretener, y hacer las noticias más amenas, y otros por contextualizar, haciendo inteligible la complejidad en que vivimos.
La segunda es la posibilidad de los medios de mantener la independencia, lo que implica publicar información no condicionada por poderes externos y publicar información fiable. Para eso, se necesitan estructuras económicas sólidas que permitan que la capacidad de influencia ajena no limite la tarea propia de los periodistas, lo que obliga también a plantearse qué modelos de negocio pueden hacer compatibles la independencia y la subsistencia.
Opciones para salir del atolladero
Pascual Serrano ha encontrado una vía de salida a estos problemas en las experiencia de distintos medios internacionales, que recoge en La prensa ha muerto, ¡viva la prensa’ (Ed. Península) donde repasa someramente algunas opciones válidas para salir del atolladero informativo, como los medios The Nation, Jungle Welt, IPS, La Jornada o Le Courrier. A través de estos casos, ilustra algunos modelos organizativos, de negocio y de funcionamiento que nos dan pistas para solucionar algunos de los graves problemas del periodismo contemporáneo. Como los siguientes: