El mundo entero lleva meses, incluso años, pendiente de una guerra de Estados Unidos contra Iraq. Un día nos levantamos con declaraciones de Bush que nos provocan la sensación de una guerra inminente, otro con movimientos diplomáticos que parecen indicar que el mundo puede respirar tranquilo. Del mismo modo, unas declaraciones de algún presidente de algún significado país europeo desautorizan al gobierno estadounidense y se desmarcan de cualquier apoyo a esa guerra y, días después, algún otro líder europeo expresa su apoyo incondicional. Y no digamos los países árabes. Las hemerotecas están repletas de determinados posicionamientos y de los contrarios por parte de dirigentes de Arabia Saudí, Jordania, Kuwait… En cuanto a las instituciones internacionales, la confusión no es menor. La FAO, dando razones contrarias a las del Consejo de Seguridad; el secretario general de las NNUU, críptico en sus declaraciones. Resoluciones del Consejo de Seguridad que parece que resuelven pero que, tras semanas de negociaciones para llegar a ellas, se invalidan para comenzar la negociación de otras.
En la última obra de la colección Sediciones de la editorial Hiru http://www.hiru-ed.com, Carlos Varea nos intenta descifrar algo de lo que se mueve entre bambalinas en ese cínico e hipócrita mundo de la política internacional. Las tensiones entre los altos cargos civiles y militares norteamericanos, las presiones en las instituciones internacionales, las fintas de los dirigentes árabes… Y mientras tanto, entre cinco mil y seis mil niños iraquíes mueren al mes por el agua contaminada, la falta de medicinas y la malnutrición originada por el embargo, según los propios responsables del programa «petróleo por alimentos», quienes dimitieron por razones de conciencia.
Carlos Varea y Phyllis Bennis nos detallan los cinismos y el doble rasero de quienes piden actuar contra Iraq. Se acusa a Bagdad de terrorismo por no entregar a los secuestradores de una avión saudí el año 2000, cuando EEUU dio refugió a Orlando Bosch responsable de la voladura de un avión cubano con todos los pasajeros y tripulación en 1976. La principal prueba que implicaba a Iraq en los atentados del 11-S, una entrevista entre el piloto suicidida Mohamed Atta y funcionarios de la inteligencia iraquí en Praga, resultó ser falsa. En incumplimientos de resoluciones de la ONU, el principal aliado de EEUU, Israel, ostenta el récord mundial, treinta y cinco resoluciones despreciadas. El ántrax enviado por correo a varios ciudadanos norteamericanos resultó que procedía de grupos de la ultraderecha estadounidenses y no del entorno del gobierno iraquí como si dijo en un principio. Los crueles antecedentes de uso de armas químicas y biológicas por las tropas de Sadam fue siendo socio de EEUU y llegaron a Iraq por barco mediante una compañía estadounidense y bajo licencia oficial de este país. Los últimos inspectores que estuvieron en Iraq (UNSCOM) salieron debido a los bombardeos anglonorteamericanos de la operación Zorro del Desierto en diciembre de 1998, nunca expulsados por Sadam Hussein.
Vivimos en un mundo en el que, de alguna manera, ya todos somos cómplices de muchos de los crímenes que se cometen en nombre de la democracia. El dinero de nuestros impuestos se destina a armamento, nuestros representantes deciden la guerra, nuestro suelo, tierra y mar se utiliza, en mayor o menor grado, para los objetivos militares. Conocer todos los elementos existentes en un conflicto, los intereses secretos, las razones ocultas o no tan ocultas no es que sea recomendable, es imprescindible y obligado en cualquier persona con conciencia y principios. Los textos de Carlos Varea «Iraq, asedio y asalto final» y de Phyllis Bennis «El eje del mal y más allá», nos aportan alguna de la luz necesaria para recuperar algo de la dignidad como ciudadanos que nuestros dirigentes nos quieren arrebatar todos los días.