Los responsables de Televisión Española y los grandes analistas de las empresas de comunicación han descubierto la penicilina. Resulta que llevar al presidente del gobierno a un estudio de televisión y permitir que los ciudadanos le hicieran preguntas es un éxito de audiencia. “Marcó un gol por la escuadra”, dice eufórico el presidente de RTVE, Luis Fernández. El programa "Tengo una pregunta…" del pasado martes 27 de marzo fue record con una media de 5.834.000 telespectadores. Tanto emitir reality shows y programas del corazón porque, decían, era lo que interesaba a la audiencia y, mira por donde, lo que los ciudadanos querían ver en su televisión pública era al presidente responder a sus problemas. Sucede lo mismo con algunos debates parlamentarios que, muy excepcionalmente, emiten las televisiones públicas. Que terminan siendo éxitos abrumadores de audiencia.
Para más inri, parece que eso de que los ciudadanos pregunten al presidente lo hemos hecho porque había un programa en Francia similar «J´ai une question à vous poser», emitido por el TF1, el primer canal privado. Hasta hubo que pagar derechos por "copiarlo". Nunca imaginé que preguntar los españoles algo a su presidente en la televisión pública estuviese patentado y hubiese que pagar a una empresa francesa por hacerlo.
Pero los medios volvieron de nuevo a demostrar su incapacidad y su pobreza intelectual a la hora de recoger la información sobre las dos horas que Rodríguez Zapatero habló de la vivienda, la educación, la juventud, las pensiones, el trabajo o la política territorial. El tema estrella al día siguiente fue… la respuesta del presidente al precio de un café. Muchas veces hemos sentido vergüenza ajena ante la labor de los medios de comunicación, pero esto ya fue extraordinario. Encuestas a la población sobre el precio de un café, sondeos en las cafeterías de toda España, reacciones recogidas de líderes políticos, camareros, operarios en la calle, imágenes de archivo de Zapatero tomando café… Un viejo proverbio oriental dice que cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo, pues eso son nuestros medios de comunicación, un atajo de necios.
