En su mítico libro sobre el colonialismo, Los condenados de la tierra (Txalaparta), Frantz Fanon señala la estructura mental impuesta en los países colonizados por las metrópolis del primer mundo. Según señala, la idea es que el individuo debe afirmarse frente a la colectividad. Lograban inculcar en el espíritu del colonizado “la idea de una sociedad de individuos donde cada cual encierra su subjetividad, donde la riqueza es la del pensamiento individual”.
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