Está el ambiente político alterado por las declaraciones de la jerarquía eclesiástica, que prácticamente ha pedido el voto para el Partido Popular. Se les acusa de dedicarse indebidamente a la política y adscribirse como argumento ser los portavoces exclusivos de la voluntad de Dios. Yo ambas cosas las veo perfectamente lógicas, las materias sobre las que se pronuncia la Iglesia -aborto, divorcio, eutanasia o anticoncepción- son asuntos regulados por leyes elaboradas por los políticos; y en cuanto a su portavocía celestial, eso no es nuevo, forma parte de su principio de existencia. Es normal que pidan el voto para el Partido Popular, pues ambos son herederos del régimen nacionalcatólico que nos esclavizó durante cuarenta años y fusilaba a quienes no lo compartían.
Lo preocupante y cínico es que el gobierno y el partido socialista se dediquen a gimotear y escandalizarse mientras sigan financiando a la Iglesia mediante el Concordato, aumenten el porcentaje de IRPF destinado a ella. Un dinero que no deja de aumentar cada año. En el año 2.000, con el gobierno de José María Aznar, la cantidad entregada a la Iglesia Católica fue de 128´1 millones de euros. En 2.006 ha sido de 144´24 millones de euros, y en 2.007 será de 150´01 millones de euros, según datos del Ministerio de Hacienda.
A ello hay que añadir el dinero y los conciertos a los colegios católicos: 3.200 millones de euros en subvenciones a colegios concertados. También el pago a sus profesores de religión: 517 millones para sueldos de profesor de religión. El Estado también destina 200 millones para el patrimonio inmobiliario y artístico que no es propiedad pública sino de la Iglesia católica. Mas 30 millones a capellanías castrenses en cárceles y cuarteles. A todo ello hay que añadir 90 millones a organizaciones sociales y 60 millones a hospitales e instituciones de beneficiencia de la Iglesia, además de otros 60 millones para otras actuaciones en el ámbito urbano. Sumemos además unos 750 millones de euros de ahorro por desembolsos fiscales no realizados. De forma que la Iglesia católica percibe anualmente de nuestros bolsillos gracias al gobierno Zapatero una cifra que ronda los 5.000 millones de euros libres de impuestos, lo que convierte también a la Iglesia en un paraíso fiscal.
Todo esto se hace con el aplauso y apoyo de políticos que comparten con ellos celebraciones de patronos religiosos en municipios, desfiles e instituciones. A cambio lo del PP reciben el apoyo político de los obispos, y los del PSOE ya vemos lo que se llevan.
El problema no es, por lo tanto, una jerarquía eclesiástica que haga política y se pronuncie por un partido, qué más da, como si lo hace la peña taurina de mi pueblo. Lo absurdo es que el gobierno sea tan estúpido –o nos tome por estúpidos a nosotros- como para seguir destinando a esa gente el dinero de nuestros impuestos. Mientras esos ciudadanos progresistas apoyan al partido socialista y se indignan con la Iglesia, ese gobierno va dando sus impuestos a esos mismos obispos en su intento de poner una vela a Dios y otra al diablo.
De forma que no nos indignemos con los pronunciamientos de los obispos, indignémonos con los estúpidos que les financian y aparentan indignación para que nos creamos que son laicos y de izquierda. Que se note el día 9 de marzo.
