Tras varias publicaciones conjuntas (Dejar de pensar, Volver a pensar, Cuba 2005), el tándem Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria vuelve a reunirse en un libro que aborda nada menos que el futuro del hombre y la viabilidad del capitalismo.
Existen muchas obras que intentan describir la criminalidad del capitalismo, pero la primera parte de este libro, la que corresponde a Alba Rico, nos describe esa criminalidad desde la ética y los valores.
La tesis de Alba Rico es que el capitalismo ha llevado al hambre a todos los humanos del planeta: “Está el hambre de los que no tienen nada y el hambre de los que nunca tienen suficiente; el hambre de los que quieren algo y el hambre de los que quieren más: más carne, más petróleo, más automóviles, más teléfonos móviles, más imágenes, más juguetes y -también- una moralidad superior”. Esta tesis es posteriormente analizada por Fernández Liria para llegar a la conclusión de que las sociedades ricas han involucionado hacia antes del neolítico, puesto que “una sociedad que gasta todas sus energías en reproducirse ampliamente hasta el infinito es una sociedad tan primitiva (desde un punto de vista antropológico) como una sociedad que gasta todas sus energías en la pura subsistencia”. Si nos paramos un momento a pensar, comprobaremos que nuestro ritmo enloquecido de vida, de trabajo, de consumo, de acaparamiento de productos materiales, es el motivo por el que nuestro sistema democrático se encuentre inmovilizado y desactivado. Para poder desenvolvernos en una verdadera democracia el ciudadano debería tener tiempo, fuerzas y disposición para conocer las diferentes propuestas políticas, seguir de cerca la actividad de sus representantes, participar lo más posible en la vida política de su comunidad, esforzarse en conocer la información necesaria de los acontecimientos, tomar parte en las decisiones de su centro de trabajo, formarse cultural e intelectualmente y debatir sobre la realidad con sus iguales. El capitalismo, con su mecanismo para generar hambre compulsiva y la necesidad de trabajar desenfrenadamente para satisfacer ese hambre, impide que podamos desarrollar esas facetas imprescindibles para una democracia. Todas esas libertades y derechos conquistados desde la Ilustración se han ido por el desagüe, se han convertido en papel mojado, en mera coartada para que el sistema se legitime. Paradójicamente, el hombre moderno de los países ricos tiene más complicado reunirse para organizarse y movilizarse políticamente que el que sufría la represión bajo dictaduras. Estoy convencido de que había más reuniones políticas clandestinas durante el franquismo que hoy en libertad bajo el desenfreno capitalista. Como dice Alba, el “hambre” del capitalismo moderno hace imposible la conciencia, la resistencia y la solidaridad”. Esta tesis, y otras de similar contundencia, son las que los Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria desarrollan a lo largo de El naufragio del hombre.
Es de agradecer encontrar juntos a los dos autores. Si bien es verdad que ambos cuentan con una valiosa obra individual, la sinergia de su encuentro no suma, sino que multiplica la lucidez de sus ensayos. De manera que, sin menospreciarlos por separado, pudiera aplicarse aquel eslogan del programa La bola de cristal, del que eran guionistas: “Solo no puedo, con amigos sí”. Por cierto, valdría la pena comparar las mentes de estos guionistas de programas de televisión infantiles de los años ochenta con los encargados ahora de la programación infantil.
Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria. El naufragio del hombre. Hiru. Hondarribia 2010