Imaginemos la siguiente escena. El hombre más poderoso del mundo se encuentra en su despacho. Allí, todos los martes, aprueba una lista de personas a las que hay que matar y unos aviones no tripulados despegan y las asesinan en el lugar del mundo en el que se hallen.
Ya van cientos de ataques y miles de muertos, no solo los objetivos que aparecen en las listas, también cualquier persona que se encontrase en las proximidades. Parece una película futurista pero no lo es. Está sucediendo ahora y el hombre del despacho no es el malo de la película como podría parecer, al contrario, es el Premio Nobel de la Paz Barack Obama. Los aparatos mortíferos se llaman drones y ocupan más espacio en los medios cuando el dueño de Amazon anuncia que los iba a utilizar para repartir sus productos entre los compradores que cuando matan a una decena de personas en uno de sus ataques.
De eso trata el libro Drones. La muerte por control remoto, de que el presidente de Estados Unidos, tal y como reveló The New York Times, se reúne todas las semanas con dos docenas de funcionarios de seguridad de alto rango en la denominada Situation Room de la Casa Blanca, estudian sus biografías y designan las personas que deben ser asesinadas en nombre de la lucha antiterrorista. Obama da el visto bueno de forma individual, se ejecuta la orden al drone correspondiente –los aviones Predator y Reaper no tripulados que van armados con misiles Hellfire– y el individuo elegido –junto con cualquiera que se encuentre alrededor– es eliminado.
Todos hemos sentido miedo mientras pasábamos por una calle mal iluminada o un campo deshabitado por la noche. Imaginemos entonces el terror constante en el que puede vivir todos los días, a todas las horas, un campesino afgano, un palestino de Gaza o un musulmán yemení. Todos ellos pueden ver en cualquier momento un drone que le lanza un misil solo por encontrarse cerca de un objetivo o ser confundido con él.
¿Cómo ha podido suceder que esa gran esperanza que iba a cerrar el campo de concentración de Guántanamo haya derivado hacia los asesinatos selectivos con total impunidad, ignorando toda legislación internacional? Cuando parecía que ese cartel amenazante de los western de «Se busca vivo o muerto» despertaba el rechazo de la comunidad internacional, lo han variado sencillamente para eliminar la opción de «vivo» y limitarse a buscarlo solo para matarlo. Lo comprobamos en el asesinato de Bin Laden. La comunidad, líderes europeos incluidos, aceptó con simpatía que un comando invadiera un país, asesinara a una persona desarmada que se encontraba junto a su familia y después lanzara su cuerpo al mar. Eso, que hasta ahora lo hacían los malos de las películas, hoy se hace en nombre de la lucha contra el mal. La colección A Fondo ha querido, a través de este libro, saber cómo y dónde empezó todo, de qué modo llegamos hasta aquí, cómo opera la cadena de mando, quiénes son las víctimas, qué piensan los que desde kilómetros disparan el mortífero misil, qué establece la legislación internacional y hacia dónde se encamina esta nueva robotización de la guerra.
El periodista Roberto Montoya está especializado en política internacional y es el autor de dos libros básicos sobre el modus operandi de Estados Unidos en su guerra contra todo lo que considera terrorismo, a costa de pulverizar los derechos humanos y la legislación internacional, El imperio global y La impunidad imperial. Sin duda es la persona adecuada para investigar con rigor y profundidad este nuevo método que no conoce fronteras para asesinar por todo el mundo.
El libro Drones. La muerte por control remoto, Roberto Montoya, se ha publicado en la colección A Fondo, dirigida por Pascual Serrano, en la editorial Akal. Este es el texto de presentación que se incluye en el libro.