Página personal del Periodista Y Escritor Pascual Serrano

«El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción» de Vicente Verdú

Nuevas tendencias en el arte, internet, sexo virtual, ocio cibernético, ambigüedad sexual, deportes al filo de la muerte, personificación de los animales de compañía, nuevos fundamentalismos teológicos, infantilización de los adultos, uniformización cultural, reverencia a la mentira mediática. Demasiadas cosas están sucediendo ante nuestros ojos, y demasiado deprisa. Vicente Verdú, con un sexto sentido para detectar la realidad nos lo cuenta en El estilo del mundo.

No es un análisis filosófico, ni político, tampoco un ensayo que abrume con cifras y datos. Es pura sociología de quien vive con un radar que le permite detectar los cambios que viven nuestras sociedades.

La tesis de Verdú es la siguiente. Tras atravesar las etapas del capitalismo de producción y de consumo, nuestra sociedad llega a comienzos de los años noventa a lo que denomina capitalismo de ficción. «Los dos primeros capitalismos se ocuparían ante todo de los bienes, del bienestar material; el tercero se encargaría de las sensaciones, del bienestar psíquico. La oferta de los dos anteriores era abastecer la realidad de artículos y servicios mientras la del tercero es articular y servir la misma realidad; producir una nueva realidad como máxima entrega. Es decir, una segunda realidad o realidad de ficción con la apariencia de una auténtica naturaleza mejorada, purificada, puerilizada»

A partir de ahí, Verdú repasa todos los elementos que caracterizan el capitalismo de ficción. La «mcdonalización» del mundo que uniformiza los consumos, estética y ambientaciones a lo largo de todo el planeta. La omnipresencia norteamericana en todos los ámbitos de nuestra vida mediante la seducción. En contra de la sensación dominante, EEUU «no espera obtener los mejores beneficios de ser temido sino de ser encantador. Bush ha sido la escreciencia de un capitalismo wilsoniano». El modelo es Las Vegas, una ciudad teatral. La tendencia a implantarse son las CID, urbanizaciones de interés común donde no existe nada público, todos son copropietarios/accionistas de zonas verdes, calles, alumbrado público, etc…

El gran valor dominante es la diversión, el entretenimiento. El presupuesto familiar para el ocio se dispara, hasta las manifestaciones reivindicativas son festivas. El modelo cultural es el infantil, una especie de síndrome de Peter Pan: muñequitos en las mesas de los ejecutivos, videojuegos para adultos. Una regresión a la infancia se impone con el consumo de golosinas, gorritas y camisetas estampadas, superhéroes del comic…

A nivel político el sistema dominante es la «democracia pirata», es decir, «meros disfraces o atuendos democráticos de usar y tirar», «democracias de pega». Los títulos de democracia no lo da el respeto a los derechos humanos sino el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Por eso son democracias Haití, Indonesia o Rusia. El panorama es desolador, «a la democratización de la cultura ha correspondido el éxito de la mediocridad, a la libertad de partidos ha sucedido el bipartidismo indiferente, a la proliferación acelerada de las universidades una calidad paupérrima». «El gasto anual en perfumes de Europa y Estados Unidos es ya equivalente a la suma necesaria para solucionar la salud y la nutrición en todo el planeta, y el gasto en helados, en Europa, desborda el presupuesto requerido para cubrir las necesidades de agua y saneamiento en la Tierra». Ese es el capitalismo actual.

La deriva social y afectiva que nos impone el capitalismo de ficción ha logrado que la zoofilia alcance niveles surrealistas: «En EEUU se gastan más de 7.000 millones de dólares anuales en atención médica para perros y gatos». Hace más de diez años se rodó la película «La Marcha», financiada por el Parlamento Europeo, en ella miles y miles de africanos hambrientos inician una marcha pacífica hacia Europa, el líder de esos desdichados le dice a la eurodiputada que intenta disuadirlos: «¿Usted tiene un gato doméstico?, ¿cuánto se gasta en alimentarlo?. Con ese dinero yo puedo vivir, lléveme a mí, yo seré su gato».

«Según una encuesta de la American Animal Hospital Asociation (1999), el 78 % de los propietarios de mascota saluda en primer lugar a su animal al llegar a casa, frente al 13 % que saluda primero a su cónyuge».

Por otro lado, la mentira se ha instalado en nuestras sociedades con toda impunidad. «Todos mienten y sabemos que miente. Mienten los media a través del negocio sensacionalista, el gobierno y la oposición por la propaganda, mienten las auditorías y los directivos, las firmas de cosméticos, los científicos anhelantes de celebridad, las revistas femeninas, los críticos de arte, los hombres del tiempo». Hasta se ha invadido un país justificándolo con mentiras y no sucede nada.

La vida se ha convertido en un anuncio publicitario, un logo y una imagen corporativa. Así, «el mismo servicio de inteligencia alemán, el BND, o el FBI venden relojes, plumas, pelotas de golf, tazas, ceniceros, licores, cazadoras y ropa interior con su sello estampado». Utilizan el marketing desde una comunidad autónoma a una orden religiosa. La ideología es absorbida por la moda. Verdú recuerda cuando la pasarela Gaudí, en enero de 2003 exhibió pancartas contra la guerra de Iraq y el «Nunca Mais» del Prestige. Algunos ilusos pensaron que algo tan frívolo como la moda se había afortunadamente ideologizado y comprometido. «Claro que no: de esa manera los fotógrafos tomaron diez veces más instantáneas que en la presentación de una colección regular y en ello acabó el destino de su soflama». Consiguieron que algunos, por primera vez, prestáramos atención a un desfile de moda.

La obsesión voyerista, la feminización de la sexualidad, la suplantación de identidad gracias a internet, la egolatría enfermiza, la farmacología como mecanismo de pacificación social, la enfermedad como vía de escape de la explotación y la infelicidad, la religión como inspiración guerra, véase Bin Laden O George Bush. Ninguno de los elementos del nuevo capitalismo de ficción pasa desapercibido para el autor. La rebeldía, la crítica, la alternativa de otro mundo posible parece derrotada para Vicente Verdú. Lo que no sabe el escritor alicantino es que diseccionar el capitalismo moderno como él hace, puede ser el primer paso para superarlo.

 

Vicente Verdú. «El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción». Anagrama. Barcelona 2003.

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