Nuestro sistema político acumula contradicciones, sinrazones y surrealismos cada semana que pasa. No era bastante con tener en el gobierno a un partido considerado organización criminal por la Guardia Civil y acusado en los tribunales por financiarse con dinero negro. Ahora Rita Barberá protagoniza un último capítulo. La ex alcaldesa de Valencia quizás sea el ejemplo más evidente de la kilométrica distancia que hay entre nuestro sistema político y la democracia. Para empezar, porque Rita Barberá ganó las elecciones de manera ilegal desde 2006 hasta 2015 según las investigaciones de la Guardia Civil. Los informes de los investigadores revelan que el PP de Valencia se financió de manera irregular y de forma continuada de 2006 hasta 2015. Ese dinero, aportado por empresarios a cambio de llevarse adjudicaciones de prestaciones públicas, terminaba en una cuenta bancaria, sin ningún control fiscal, creada ex profeso para financiar al partido en las campañas electorales. Por tanto, los valencianos habrían tenido unos representantes ilegítimos, tan ilegítimos como un dictador de Burundi o un golpista en América Latina.