El lenguaje político y, sobre todo, el periodístico, muchas veces en clara connivencia, logran introducir en nuestras vidas algunos vocablos cargados de una clara intencionalidad eufemística, peyorativa e incluso equívoca. Veamos algunos de ellos de uso reciente.
Los acontecimientos de Charlottesville (Virginia, EEUU) han traído a nuestra prensa el término “supremacista” no utilizado habitualmente hasta ahora ni existente en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, convirtiendo el racismo de toda la vida en supremacismo. Aplicando ese uso los nazis y los terroristas islámicos son supremacistas.
Otro eufemismo de reciente incorporación es el de “maternidad subrogada”. Subrogar significa, según la RAE, “sustituir o poner a alguien o algo en lugar de otra persona o cosa”. De modo que buscas una mujer para que se quede embarazada y después te venda o regale su hijo y decimos que “sustituimos una madre en lugar de otra”. De ahí que sea más acertado expresarlo como “vientres de alquiler”.