Pero este cambio no quiere decir ni mucho menos que el rigor y la honestidad haya dominado en la forma en que el rotativo madrileño ha informado ese día del golpe de Estado en Honduras. El titular al que hemos hecho referencia es toda una cadena de malas intenciones que comienza por el subtítulo “El Ejército hondureño derroca al presidente Zelaya para evitar un referéndum reeleccionista”. ¿Qué podríamos considerar un referéndum reeleccionista? Parece claro que sería un referéndum vinculante en el que se preguntase a los ciudadanos si reeligen al presidente. Como Ignacio Escolar recordaba ese día en Público, lo que había convocado para el domingo
“no era la reelección permanente de Zelaya ni la presidencia vitalicia. Ni siquiera la reforma de la constitución. Lo que se votaba era un referéndum no vinculante para preguntar a los hondureños si les gustaría que en las próximas elecciones, en las de noviembre, se votase también la creación de una asamblea constituyente que reformase la carta magna. En resumen: era algo en apariencia tan inofensivo como preguntar si se podía preguntar por reformar la constitución”.
Pero además -continuaba Escolar-, “la actual constitución de Honduras establece un mandato único a los presidentes de cinco años. Zelaya termina el suyo en noviembre y, en cualquier caso, no se podría presentar a la reelección porque en esa fecha no estaría aprobada la reforma constitucional que él propone. Como mucho, habría sido posible que en noviembre se votase la posibilidad de una reforma constitucional”. Además, el propio Zelaya se lo había aclarado al diario El País en la entrevista que publicaban el día anterior: “Mire… Honestamente. No tengo ninguna opción de quedarme en el poder. La única sería romper el orden constitucional y no lo voy a hacer”. “¿Es su palabra?” –inquiere el periodista-. “Sí, yo voy a terminar mi gobierno el 27 de enero del 2010. Eso es lo que voy a hacer”, responde el presidente hondureño. De modo que un jefe de Estado responde con unas afirmaciones al periódico y al día siguiente el editorial da por buenas las intenciones contrarias.
Pero sigamos con el editorial, porque más adelante ponen a la misma altura al presidente democráticamente elegido y a los militares que lo derrocan fusil en mano y lo expulsan del país:
“Y lo cierto es que ayer domingo el presidente o los militares, unos u otros, iban inevitablemente a violar la legalidad. Zelaya, con una consulta no prevista por la Constitución, y a la que se habían opuesto el Congreso, la autoridad electoral y el Supremo, y los militares tomándose por su mano una justicia que no les corresponde”.
Omite el editorial que lo que pretendía el presidente hondureño era una simple encuesta: no era obligatorio responder (mientras que el voto sí lo es en ese país), no suponía tomar ninguna decisión vinculante para ningún organismo público y lo organizaba el Instituto Nacional de Estadísticas. Lo que el diario denomina “Tribunal Supremo”, es el Tribunal Supremo Electoral, que no forma parte del poder judicial puesto que lo nombra el Parlamento y su función es regular las elecciones no derrocar presidentes y mandarlos en un avión a Costa Rica.
“Lo que aquí se dirimía era, en definitiva, el equilibrio de fuerzas en América Latina, de forma que si Zelaya se salía con la suya en la consulta reeleccionista, ganaba terreno el chavismo en América Central, donde ya la Nicaragua de Daniel Ortega hace las veces de fiel escudero del presidente venezolano”.
Es decir, lo que “nos jugábamos” (podría haber recurrido a la primera persona el diario) era permitir otro presidente chavista. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Y aunque el editorial, como dijimos al principio, condena el golpe, en las páginas del diario de ese mismo día proponen la solución mediante una entrevista a Miguel Ángel Bastenier , especialista en América Latina, editorialista de El País y ex responsable de relaciones internacionales del diario. En lugar de incluir su opinión como artículo lo presentan como una entrevista para que no se note que es la voz del periódico. Así termina la entrevista:
¿La solución? Para Bastenier, "que vuelva Zelaya, que se olvide del referéndum, y que las presidenciales de noviembre decidan hacia dónde quiere ir el país". "El único presidente de Honduras es Manuel Zelaya," concluyó, "todo lo otro es una farsa".
Ahora lo entendemos todo. El golpe no se puede defender, eso lo sabe hasta El País. De lo que se trata es de que los militares devuelvan al presidente con la condición de que ya no haga lo que quería el presidente, sino lo que querían los militares: que no convocase la consulta. Por si alguno no se había enterado en qué consiste la democracia: en que los gobernantes pueden hacer lo que quieran siempre y cuando estén de acuerdo las oligarquías y los militares (y el diario El País). Mira que lo tienen dicho.
Nota:
En realidad no acaba aquí la operación desinformativa del diario El País de ese día con Honduras. Un reportaje titulado “ La tentación de la presidencia vitalicia” , aún carga más las tintas en la responsabilidad del presidente hondureño. A todo ello se suma la calificación recurrente de populista para Zelaya en las informaciones de los días anteriores, algo a lo que ya estamos acostumbrados cuando se trata de presidentes incómodos. Pero todo ello lo dejamos para otro momento que con lo analizado ya tenemos bastante.
Pascual Serrano acaba de publicar “Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo” . Mayo 2009. Editorial Península.