Primero fue internet, y después las redes sociales. La conclusión parece indiscutible, había llegado la democratización de la información. Los ciudadanos, vigilantes, testigos, armados con nuestros artilugios tecnológicos y nuestra conexión a internet móvil de banda ancha habíamos derrocado el oligopolio de los grandes medios de información y pondríamos fin a sus manipulaciones e intereses que condicionaban el periodismo. El periodismo ciudadano, con sus blogs primero y sus redes sociales ahora nos llevaría a casa la realidad sin mediaciones perversas de las empresas de comunicación.
Efectivamente el diagnóstico sobre el poder y aplicación de la manipulación por parte de los grandes medios era acertado; pero la ilusión de que íbamos a llegar a conocer la verdad mediante la masiva participación ciudadana y todo el potencial tecnológico parece que fue un espejismo.