Cuando hace tres años Hugo Chávez llegó al poder, la incertidumbre se apoderó de los analistas políticos. La izquierda todavía se quedó más desconcertada, el lenguaje populista del nuevo presidente y el machacón recuerdo de los grandes medios de su levantamiento militar en 1992 no le favorecía en absoluto. Su discurso bolivariano tampoco servía mucho para ubicarlo ideológicamente.
Ya todos sabemos como el nombre de muchos revolucionarios era utilizado simultáneamente por los poderosos y los sublevados, véase Zapata.
Pero analizar la reacción de los otros suele ser un ejercicio interesante. Así pudimos ver como las FARC colombianas no disimularon su alegría y cómo Fidel Castro no dudó en apoyar públicamente al nuevo presidente. Mientras tanto, EEUU y los voceros mediáticos no dejaban de recordar los acontecimientos de 1992 y requerir elecciones y más elecciones para validar a Hugo Chávez. A estas alturas, el presidente venezolano lleva triunfadas siete consultas electorales en tres años mientras el presidente norteamericano lleva una y por los pelos.
Las primeras acciones del venezolano tuvieron su simbolismo, encuentros entusiastas con Fidel y con Gadafi, y pronunciamientos a favor de un diálogo político del gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC, consideradas grupo terrorista por EEUU. Era evidente que ganarse el beneplácito del tío Sam no era una prioridad para el gobierno venezolano. Y eso, a estas alturas de genuflexiones ante la bandera de las barras y las estrellas, es un detalle que se agradece. Pero no dejaba de ser sólo un detalle.
La infantería mediática mercenaria seguía con su musiquilla antichávez. Mientras se sucedían y se silenciaban las movilizaciones de campesinos bolivianos o los cortes de carreteras en Argentina y Ecuador, los medios seguían «denunciando» la contestación social a un presidente que ni reprimía las movilizaciones ni contaba en su haber detenidos, heridos o muertos como en Bolivia, Argentina o Ecuador.
Ha ido pasando el tiempo y hemos ido pudiendo vislumbrar el contenido del envase bolivariano. No al ALCA, depuración de la corrupción judicial y sindical venezolana, críticas a los bombardeos de EEUU a Afganistán y ahora el gran campanazo, un paquete legislativo de 49 decretos leyes que es contestado por un paro empresarial al puro estilo anti Allende acompañado por toda la megafonía mediática mundial. En España el diario El País titulaba «La sombra de la dictadura bolivariana», y en su entradilla comparaba a Chávez con Mussolini o Idi Amin.
El publicitado paro quedó en nada y apenas nadie explicó en que consistían las medidas legislativas que tanto molestaban a la oligarquía venezolana. Medidas que comienzan con un primer artículo de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario que determina la eliminación del latifundio por considerarlo contrario a la justicia, al interés general y a la paz social, un segundo artículo que declara afectadas todas las tierras públicas y privadas con vocación para la producción agroalimentaria, es decir, expropiables para ser explotadas por el campesinado sin tierras. La ley asegura que las actividades agrarias de mecanización, recolección, transporte, transformación y mercadeo de productos agrarios se establecerán de forma autogestionaria y cogestionaria mediante organizaciones cooperativas y colectivas y permite que cualquier ciudadano pueda denunciar la existencia de tierras ociosas. Que establece que el Estado se compromete a organizar un servicio eficiente de crédito agrario incorporando a las instituciones bancarias y financieras públicas y privadas al mismo. Que reconoce el derecho a la adjudicación de tierras a toda persona apta para el trabajo agrario y da prioridad a las mujeres campesinas que sean cabeza de familia, garantizándoles, además, un subsidio pre y postnatal
Entre el paquete legislativo se encuentra también la Ley Orgánica de Hidrocarburos, que aumenta la tributación de los inversores extranjeros del 16 al 30 % y reserva al Estado la decisión y al menos el 51 % de las acciones de las sociedades mixtas. Otra de las leyes, la Ley de Costas, hace de dominio público la franja de las costas marítimas, lacustres y fluviales de todo el territorio nacional. También amplia la zona de pesca de los pequeños pescadores de tres a seis millas de la costa, dejando a partir de esa distancia a los pescadores industriales.
Sobran los comentarios y las valoraciones sobre estas medidas legislativas promovidas por un «dictador» que ha ganado siete elecciones diseccionadas con lupa por las instituciones internacionales que garantizaron su limpieza y que no ha tomado ninguna medida represora contra unos medios de comunicación venezolanos al servicio de la oligarquía que no dejan de acosarle. Que se considera en el derecho de vender petróleo a Cuba, de promover la paz para Colombia, denunciar los bombardeos de EEUU en nombre de la lucha contra el terrorismo y que no ha disparado ni un solo tiro contra las brigadas de violentos que intentaron desestabilizar el país el pasado 10 de diciembre.
Frente al «dictador» Hugo Chávez, los «demócratas» Fujimori, refugiado en Japón, acusado de asesinato y corrupción; Menem, que ha llevado a la bancarrota a Argentina a golpe de champán y pizza; o el recién dimitido Hugo Banzer, reprimiendo a sangre y fuego las movilizaciones de los campesinos bolivianos. Y todavía quieren que nos creamos el vídeo de Bin Laden.