Hubo un tiempo en el que el mundo se estremeció ante la locura de unos que decían que su raza aria era superior a las demás, y que debían limpiarla de otras razas. Eso requería crear nuevos arios y sacar de la circulación, en nombre de la higiene racial, a aquellos que presentaran defectos. Es evidente que esa gente vivía una paranoia, según la cual había que recuperar la pureza de la raza y para ello se necesitaba eliminar las razas supuestamente degeneradas que contaminaban, desde gitanos a eslavos y judíos. Todos ellos debían ser exterminados en campos de concentración.
Ahora suena como lo que es, una absoluta y estúpida barbaridad, pero hace menos de cien años era defendido por millones y terminaron provocando el mayor genocidio de la era moderna. En realidad era lo que hoy llamaríamos una conspiranoia, con sus fraudes científicos y sus correspondientes fake news, vías de difusión y grupos de apoyo.
Hace unas semanas hemos asistido al momento culmen de la ultraderecha estadounidense que supuso el asalto al Capitolio. Y fue también el resultado de toda una confluencia de fake news, desde que el resultado electoral fue un fraude a la famosa teoría QAnon.