Ya son cuatros los detenidos muertos en prisión mientras eran juzgados por Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPI) para la ex Yugoslavia. El pasado sábado apreció muerto en la cama de su celda por causas desconocidas el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. El lunes anterior, 6 de marzo, se informó del suicidio del ex jefe de los serbios de Croacia Milan Babic. La misma versión se dio en junio de 1998, sobre la muerte de Slavko Dokmanovic, también serbiocroata. También en agosto de ese año se informó de la muerte natural de Milan Kovacevic, otro serbiobosnio.
Pero ha sido la muerte de Milosevic la detonante de las críticas y sospechas. Steven Kay, uno de sus abogados de oficio, declaró a la BBC World que su cliente no preveía quitarse la vida, ya que "trabajaba con ahínco en su defensa y estaba decidido a luchar". Sin embargo, uno de sus asesores, Zdenko Tomanovic, aseguró que Milosevic "decía que había intentos de envenenarlo en prisión".
Seguidores de Milosevic y su hermano Borislav Milosevic culparon a oficiales del TPI por ignorar signos de su deteriorada salud. "El Tribunal Penal Internacional es totalmente responsable", señaló Borislav.
"Milosevic no murió en La Haya, fue asesinado en La Haya", declaró Ivica Dacic, oficial del Partido Socialista del ex mandatario yugoslavo.
El Ministerio del Exterior ruso criticó al TPI tras la muerte de Milosevic: "Lamentamos que pese a nuestras garantías el tribunal haya prohibido a Milosevic el tratamiento médico en Rusia".
Mijail Gorbachov, ex presidente soviético y premio Nobel de la Paz, acusó a los jueces del TPI de haber cometido "un grave error" al no permitir a Milosevic recibir tratamiento en una clínica moscovita y señaló que "esto huele a falta de humanidad".
El TPI rechazó en febrero una demanda para que Milosevic se sometiera en Moscú a cuidados médicos. El presidente yugoslavo, Vojislav Kostunica, exigió un "informe detallado" de las causas de su fallecimiento.