La crisis que tiene alarmados a los grandes grupos de comunicación no debería preocuparnos excesivamente por varias razones. Más de la mitad de la prensa que había en los quioscos no aportaba nada ni suponía pluralidad alguna. Si el negocio no interesa a los grandes inversores, los que peligran son los medios que necesitan grandes sumas de dinero para empezar a funcionar, millonarios ingresos por anunciantes y dedican jugosos sueldos a sus directivos. Son esos los que tienen el problema.