Victoriosos en la guerra fría, los EE.UU creían que se impondrían unilateralmente en el nuevo mundo globalizado. Han llegado hasta a pensar en el bombardeo de Siria y, por extensión, en el de Irán. Hasta que Obama se dio cuenta de que, en sus propias palabras, no había logrado apoyo para bombardear a Siria ni siquiera de su propia familia. Y así se acordó de que se puede hacer de todo con una bayoneta, menos sentarse sobre ella.