En estas últimas semanas Estados Unidos ha redoblado sus esfuerzos desestabilizadores, pero levantando la apuesta. Si antes procedía a través de una pandilla de sediciosos que en cualquier país del mundo estarían en la cárcel y sentenciados a cumplir durísimas condenas, hoy desconfía de sus peones venezolanos, toma el asunto en sus propias manos e interviene directamente.