La entrevista a la ministra de Igualdad Irene Montero en Vanity Fair ha abierto de nuevo el debate sobre el comportamiento de los líderes de la izquierda ante los medios de comunicación. Frente a algunos partidarios de que la izquierda no debe legitimar medios claramente hostiles a sus ideas, otros consideran que deben aprovechar todas las oportunidades que se ofrezcan para poder exponer sus posiciones.
Archivos diarios: 19 de octubre de 2020
Llevamos mucho tiempo cultivando un patrón ideológico que desprecia y reniega del Estado. Se trata de una pinza entre el sector neoliberal, que lo considera ineficaz y despilfarrador, y un sector ácrata, que lo percibe como sinónimo de represión, liberticida y manipulador, sin duda algunas obras de Orwell ha sido su gran inspiración.
El pasado 7 de septiembre se reanudó el juicio de extradición de Julian Assange en Londres. Estados Unidos lo reclama por 18 presuntos delitos de espionaje e intrusión informática, por difundir mediante Wikileaks en 2010 más de 700.000 documentos clasificados sobre las actividades militares y diplomáticas estadounidenses, sobre todo en Iraq y Afganistán, que revelaron actos de tortura, muertes de civiles y otros abusos.
Son recurrentes las noticias y las críticas a diferentes políticos, pero especialmente a los de Podemos, a los que se les acusa de presionar y coaccionar a los periodistas. Detrás de esa percepción se encuentra la tesis de que el político es fuerte y el periodista es débil. Se trata de una visión ingenuamente liberal que considera al político como parte de un Estado poderoso y coaccionador, y al periodista como un profesional libre y defensor de buenas causas.