Hasta ahora sabíamos que los medios de comunicación, y especialmente la televisión, habían desplazado a los parlamentos como foro del debate político. Un diputado preferirá mil veces ir a una entrevista a una televisión que hacer uso de la palabra en un debate parlamentario. Y un partido, incluso un gobierno, antes que registrar una iniciativa en la institución enviará una nota de prensa o convocará a los medios. Después comprobamos que los medios, y especialmente las series de televisión tan en boga ahora, son los que escriben la historia: desde Chernobyl a la monarquía británica. También son quienes lanzan los nuevos mitos: la Veneno, Nevenka, Serrano Súñer, el Cid o incluso para algunos Pablo Escobar. No estoy juzgando, solo constato una realidad. En algunos casos son mitos o referentes positivos y otros negativos, aunque para la opinión de otros quizá sea al contrario.
Y en eso llegó Rocío Carrasco, conocida por ser hija de quien es y por ser protagonista de la prensa rosa, con otra serie televisiva y comprobamos que también los medios, además de imponer la agenda política y reescribir la historia, aplican justicia y decretan quiénes son culpables o inocentes de los delitos. Desplazaron parlamentos, desplazaron academias de historia y ahora desplazan a los tribunales.