El caso Venezuela ha supuesto un hito en el modelo comunicacional de los últimos años. No sólo dentro del país, sino en el marco de la información internacional donde se ha podido percibir el divorcio entre los contenidos informativos de los grandes medios y agencias internacionales y la realidad difundida por activistas, intelectuales honestos, medios alternativos y organizaciones de solidaridad. Parecía imposible que los dos “bandos” estuviesen hablando del mismo país, el mismo presidente y el mismo proceso. Ese contraste obedecía sin duda, y como principal razón, al objetivo mediático de desautorizar, desacreditar y derrocar al gobierno de Venezuela, pero también se vio agudizado por otros elementos secundarios que hay que tener presente: la falta de una política exterior de imagen del gobierno venezolano y la existencia de importantes prejuicios entre la izquierda del primer mundo.
Hasta el año 2002 el proceso bolivariano era una incógnita para la opinión pública internacional, incluida la izquierda. Los medios de comunicación, como está siendo habitual, no ofrecían elementos objetivos de su política para que, libremente, los ciudadanos pudieran hacerse su propia opinión.
Cuando a finales del año 2001 se aprueban 49 decretos leyes de contenido claramente de izquierdas, el mensaje que se difundió fuera del país fue el de las movilizaciones de la derecha venezolana con sus manifestaciones y paros empresariales. Ya entonces el diario español El País titulaba "La sombra de la dictadura bolivariana", y en su entradilla comparaba a Chávez con Mussolini o Idi Amin. Los medios internacionales no informaban del contenido de esas legislaciones que abarcaban temas tan importantes como la tierra, los hidrocarburos o la pesca.
Cuando se produjo el golpe de abril del año 2002, las condiciones mediáticas fuera del país estaban bien preparadas para la impunidad golpista: un clamor ciudadano se había levantado indignado contra un presidente déspota y demagogo y lo había sacado de su cargo. Esa era la versión dominante en los medios. El gobierno venezolano había tenido muchos frentes abiertos como para poder dedicarse a explicarle al mundo el proceso político que Chávez quería llevar a cabo en Venezuela, incluso todo el aparato institucional, que incluía la gran mayoría de sus delegaciones diplomáticas, formaba parte del anterior régimen y sólo se dedicaban a conspirar contra el legítimo gobierno. Los medios internacionales pudieron operar con toda impunidad.
Sería la masiva movilización ciudadana que logró reponer a Chávez en su legítimo cargo y reinstaurar las instituciones, la que dejó perpleja a la opinión pública internacional más sensible hacia la cuestión latinoamericana, hasta el punto de comenzar a dudar sobre lo que se le estaba contando en los medios sobre Hugo Chávez 1.
Sin quererlo, los poderes reaccionarios que intentaron desalojar al presidente venezolano con la complicidad de los grandes medios de comunicación, gobierno norteamericano y español incluido, habían logrado que la voz del pueblo venezolano se escuchara fuera de su país.
Desde entonces cada embestida del antichavismo se convertía en nuevo éxito para Chávez y un nuevo mensaje de apoyo popular para quienes intentaban seguir fuera de las fronteras venezolanas los acontecimientos del país.
Los medios optaron por explotar hasta la extenuación la imagen excéntrica del presidente venezolano: Chávez cantaba un vallenato en un acto público, besaba un crucifijo, amenazaba con un pequeño libro (Constitución de Venezuela), declamaba los nombres de los próceres de la independencia venezolana. Demasiado para ser entendido por la comunidad internacional con unos medios empeñados en explicar lo anecdótico y silenciar la esencia. En cambio procuraban que nunca llegase una intervención de Chávez íntegra o el contenido de una legislación. De este modo, por poner un ejemplo, el 16 de septiembre de 2005 cuando se informaba del discurso del presidente venezolano en la ONU, las imágenes de las cadenas de televisión sólo recogerían la anécdota de Chávez superando el tiempo establecido y argumentando que el presidente norteamericano George W. Bush utilizó veinte minutos para su intervención. Sobre el contenido de un discurso histórico repleto de grandes verdades no vimos ninguna otra imagen. Los medios no emitieron nada sobre sus novedosas propuestas de reforma de la institución internacional2
Había que explotar lo pintoresco, sabedores de que era la forma de enfrentar en la comunidad internacional el apoyo infrenable en Venezuela. A poco que se estudiasen los medios, su miseria y doble rasero era evidente. Porque si Chávez cantaba y esgrimía un crucifijo, también hay que recordar que Silvio Berlusconi se dedicaba a ponerle cuernos a Josep Piqué, entonces ministro de Exteriores español, en una foto oficial de grupo en un encuentro multilateral. Y si de cantar se trataba, no despertaban tantos editoriales Boris Yeltsin subido en un escenario borracho bailando o el secretario de Estado norteamericano Collin Powell, micrófono en mano marcándose un rock.
Ya Eva Golinger, la abogada autora de los libros “El Código Chávez” y “Bush versus Chávez”, advertía en unas declaraciones a la Agencia Bolivariana de Noticias el trece de noviembre de 2005, que Jim Treadwell, oficial norteamericano encargado de la operación, había reconocido a la revista Time del 13 de junio del año anterior que un grupo de militares del Departamento de Defensa tenían como misión generar matrices de opinión en contra del presidente Chávez en todo el mundo. “Son especialistas en la llamada propaganda negra”, afirmó. La unidad, denominada Elemento de Apoyo a Operaciones Psicológicas Conjuntas (JPSE, por sus siglas en inglés), es apodada “Gipsy”, y su centro de mando radica en el cuartel del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos, situado en Tampa, Florida.
Una operación similar se realizó con Nicaragua en los ochenta con la intención de desgastar al gobierno sandinista y legitimar el terrorismo de la contra.
Otra estrategia de los medios es acusar al presidente venezolano de adoptar un discurso beligerante, agresivo, provocador… Lo es, por supuesto, pero frente a quienes le organizan golpes de Estado, invaden países y masacran pueblos. El cinismo es tal que mientras Estados Unidos comenzaba a bombardear Afganistán se criticaba la “agresividad verbal” de Chávez y la exposición de fotos de niños afganos masacrados en una de sus intervenciones. El problema eran las fotos de los niños en la tribuna, no su muerte por Estados Unidos. El año 2004, Reporteros sin Fronteras, con sede en Francia, consideraba “adjetivaciones restrictivas” que la Constitución venezolana estableciera que la información en los medios debía de ser “veraz, oportuna e imparcial”. En cambio, denunciaban la “violencia verbal mostrada por el presidente de la República”. Paradójico que la única libertad de expresión que consideran oportuno limitar sea la del presidente del país. Como ha dicho el profesor de la Universidad de Sao Paulo, Emir Sader, “el orden capitalista requieren el silencio de los discursos alternativos, requiere que todos los que se manifiesten, lo hagan dentro del universo de sus discursos, en sus términos y sus alternativas, es decir, dentro del sistema de poder que dirigen. Incomoda que esos líderes expresen las palabras, los intereses y los sentimientos de los que fueron condenados al silencio por esos sistemas de monopolio de la palabra” 3.
Otro objeto de las dagas mediáticas es el programa Aló Presidente. En él, durante varias horas el presidente venezolano explica la situación del país, las últimas medidas de su gobierno, responde a preguntas del público y llamadas por teléfono de ciudadanos. En directo hace hablar a sus ministros y asesores que le acompañan para que respondan a la duda o queja de un venezolano al teléfono. Dicen que Chávez abusa en su provecho de la televisión por realizar ese programa, pero en la mayoría de los países también hay una rueda de prensa semanal del consejo de ministros. Recientemente las televisiones públicas francesa y española han estrenado un programa denominado “Tengo una pregunta para usted”, que consiste en que cien ciudadanos hacen una pregunta al presidente o líder político en el propio plató de televisión. Esas cadenas están presentando como un gran éxito la idea, que no es otra cosa que una variante del Aló Presidente de Chávez.
Y luego está la palabra mágica utilizada por los medios para lograr acabar con Chávez: populismo. Como dice Emir Sader, “el término populista ha sido retomado en el marco del discurso neoliberal, para designar a las políticas consideradas irresponsables, aventureras, inflaccionarias, que promueven concesiones sociales incompatibles con las leyes de hierro del ajuste fiscal” 4. José María Aznar ya clamaba en Miami en una conferencia en junio de 2005 afirmando que “el populismo ya no es un potencial peligro en Iberoamérica sino una realidad. Ya comienza a incendiar países y hay que pensar cómo apagarlo”. Sólo el neoliberalismo, afirma Emir Sader, puede diabolizar un concepto que tiene su origen en la palabra pueblo. Como dice el profesor de la Universidad Complutense de Madrid y columnista del diario mexicano La Jornada, Marcos Roitman 5 , sobre el término populismo pesa una maldición, “sin necesidad de explicar su significado, cuando se trae de la mano se convierte en un insulto”. Ya no hace falta desarrollar cuáles son los elementos negativos de la política de un líder popular, se le acusa de populismo y resuelto. He aquí la mejor herramienta contra Chávez. Además es muy flexible, sirve para meter en el mismo saco a Chávez, a Fujimori, a Perón… Por supuesto a ningún líder del primer mundo. La estrategia es incluso negarle a Venezuela la consideración de izquierdas y reservarle sólo la de “populismo”. El diario catalán La Vanguardia del día 8 de enero de este año adjunta en una noticia “El mapa político de América del Sur”. Divide los países en tres grupos, izquierda, derecha y… populistas. Estos últimos son Venezuela, Bolivia y Ecuador, los de izquierda son Brasil, Chile, Argentina y Uruguay. De este modo se le da a la socialdemocracia la exclusividad de la izquierda, ya no son de izquierda los que nacionalizan sus recursos naturales y firman acuerdos con Cuba, eso es populismo.
La verdad del proceso venezolano y la figura de Hugo Chávez ha ido abriéndose camino de forma lenta y con un gran esfuerzo, por supuesto en América Latina donde es un referente ideológico fundamental, pero también en Europa y Estados Unidos. Lo importante no es tanto haber logrado adhesiones políticas, sino algo mucho más importante, conseguir traer la verdad de lo que allí está sucediendo. Me lo señalaba el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, hace dos años en Asturias (España): “me dicen que yo apoyo a Chávez, pero no se trata de eso, yo lo único que pretendo es contar la verdad de lo que sucede en Venezuela”.
Por su parte Venezuela también habrá aprendido que si el apoyo de un pueblo es fundamental, también el apoyo internacional es necesario y que el mensaje de la verdad no se puede quedar en las fronteras de un país, hay que llevarlo al mundo entero. Si los presidentes latinoamericanos están preocupados por conseguir el apoyo de los presidentes de otros países, aún deberían estarlo más por lograr el de los pueblos. De ahí la importancia de ir creando puentes culturales, informativos, políticos entre países y entre continentes. No podemos permitirnos seguir separados, el peligro y la amenaza es demasiado grande.
1 Véase la obra “Periodismo y crimen. El caso Venezuela 11-04-02” VV.AA. Editorial Hiru, publicada a las pocas semanas del golpe
2 Discurso del presidente venezolano en la Sexagésima Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas. Nueva York. 15 de septiembre de 2005. "Proponemos que la sede de Naciones Unidas salga de un país que no es respetuoso con las resoluciones de la Asamblea" 16-09-2005. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=20187
3 Sader, Emir. “El populismo: Su más completa traducción”. ALAI-amlatina. 16-11-2005 http://alainet.org/docs/9745.html
4 Sader, Emir. “El populismo: Su más completa traducción”. ALAI-amlatina. 16-11-2005http://alainet.org/docs/9745.html
5 Roitman, Marcos. “Uso y abuso del populismo”. La Jornada (8-01-2005) http://www.jornada.unam.mx/2005/01/08/015a1pol.php