¿Qué convierte en meritoria la historia personal de un político? Probablemente la respuesta varía según a quién le preguntemos. Para algunos la trayectoria más valiosa es la de haber sido un líder obrero o, al menos, en la defensa de los trabajadores. Otros, lo que más tienen en consideración es que se trate de un activista que lleve años movilizándose por causas loables: ecologismo, desahucios, derechos humanos… Pero lo que parece que más se valora en estos tiempos de ideologías líquidas y de exaltación de la juventud y las titulaciones es que nos encontremos ante un joven altamente cualificado académicamente. Hemos de reconocer que ha sido una de las señas de identidad de la nueva política, desde Podemos a Ciudadanos. Los políticos mayores de cincuenta años deben retirarse o dejar paso y quedarse en la segunda línea. Del mismo modo, las primeras figuras debían presentarse con una buena colección de títulos, cursos de posgrado, máster y vida universitaria. Sí, se puede tener a algún representante ajeno a la Universidad, pero en segunda línea, para dar color más que nada.
Sin duda, valorar una cualificación académica, el estudio, el esfuerzo y la formación es algo bueno. No obstante, el expediente académico no es suficiente; estamos hablando de política, es importante la ideología, los valores, los principios. Nos encontramos ante una nueva versión de ese ideario falangista que propugna al profesional más cualificado para cada ministerio. El caso de Ciudadanos es el más destacado: jóvenes y supertitulados, ese es su “valor electoral”. Pero no son los únicos, de ahí que el ministro de Ciencia sea un astronauta y para Cultura se pensase en un escritor/periodista mediático o periodista mediático/escritor. Ya hemos dicho que era una tendencia que, en mayor o menor grado, impregna a todos los partidos.
Lo escandaloso es cuando dejamos a un lado la ideología (o decimos que la dejamos a un lado), y solo vemos españoles sin clases ni conflictos sociales, vendemos nuestra cualificación académica como principal valor y mérito para la política y luego resulta que esa cualificación es mentira. Es lo que ha sucedido en Ciudadanos. Hemos asistido a un todo un goteo de titulaciones falsas entre sus dirigentes. Repasemos algunas.