No es fácil hallarlo. Todavía anda recorriendo España y América Latina presentando “La prensa ha muerto, ¡Viva la prensa!”, su último libro que salió a la calle a finales de 2014. “Esta semana estoy en Cuba, la próxima en Canarias y la siguiente en Cataluña”. Imposible. Con todo, el tipo se hace un lugar y accedemos a la entrevista. Se presenta risueño, cordial. Habla apresuradamente, pero es preciso y claro a la hora de las definiciones. No hay mucho que editar cuando se entrevista a Pascual Serrano.
Le vetaron un libro (“Traficantes de información”) y lo echaron de un periódico cuando criticó a un alto cargo de BBVA. ¿Qué otras formas de censura ha sufrido?
Bueno, al final las formas de censura no son tan evidentes. A mí me hace gracia cuando algún periodista dice “a mí nunca me censuraron”. Claro, es que probablemente lo contrataron porque sabían que no haría falta censurarle nada. Por dos razones: primero porque al seleccionar el periodista las empresas saben que se adecua al perfil editorial que se necesita; y segundo —y esto es lo más importante— porque el nivel de autocensura que tenemos los periodistas es tremendo.
La autocensura opera de diferentes maneras según el momento. ¿Cómo se expresa hoy principalmente?
A través del trabajo. La autocensura existe en la medida de que no hay trabajo y si se pierde el que se tiene luego no se tiene chances de trabajar. El despido libre que existe en el capitalismo, es decir, el derecho de dejarte en la calle cuando escribes algo que no les gusta, esa es la principal forma de censura.
Hace unas semanas Serrano tuiteó: “el PP, el más votado, PSOE se recupera, irrumpe Ciudadanos, Podemos desciende e Izquierda Unida cae. Este país no espabila, ahora sí me voy a Cuba”. En ese momento las encuestas venían en baja porque la intención de voto hacia la izquierda había alcanzado su pico máximo allá por enero-febrero, cuando Iglesias y los suyos llenaron la Plaza del Sol. Sin embargo, luego de aquel tuit lapidario vinieron las elecciones del 24 de mayo, leídas con bastante entusiasmo por el progresismo de España, dado que Podemos irrumpió definitivamente como tercera fuerza en prácticamente todo el territorio y sus coaliciones fueron muy bien recibidas en Madrid y Barcelona.
¿España está perdida o está saliendo de la amnesia colectiva?
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