Desde hace tiempo asistimos a una nueva moda que consiste en incluir a ex cargos políticos como comentaristas, analistas o tertulianos en los medios. Los últimos casos con más repercusión han sido los de Pablo Iglesias en la radio catalana RAC1, en la Ser y en el medio digital CTXT; y el de Iván Redondo, exdirector de gabinete de la presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez, como colaborador de La Vanguardia. La lista es amplia si hacemos un repaso. A Jorge Verstrynge, Gaspar Llamazares y Cristina Almeida los encontramos en La Sexta, a José Manuel García Margallo, compartiendo tertulia con Iglesias en la Ser y a Eduardo Madina en La Ser y en Onda Cero. En Cataluña, destaca la presencia ubicua de Pilar Rahola, que, aunque alguna vez ejerció de periodista, no tiene esa titulación y su presencia en los medios es de analista y tertuliana.
La pregunta es qué valor aportan o qué servidumbre suponen. Para comenzar, aunque su valor reside en el conocimiento y la experiencia que han adquirido durante su cargo político, bien en el gobierno o bien en la oposición, es evidente que no se deben interpretar como casos de los denominados «puertas giratorias».