El 29 de agosto, un ataque aéreo estadounidense contra lo que se suponía era un núcleo terrorista de ISIS-K, (grupo proscrito en Rusia y otros países), en Kabul, se saldó con la muerte de 10 civiles inocentes, entre ellos siete niños.
Varios días después el jefe del Comando Central de EEUU, general Kenneth McKenzie, reconocía el error: «Es poco probable que el vehículo y los que murieron estuvieran asociados con ISIS-K o fueran una amenaza directa para las fuerzas estadounidenses».
Bajo el paraguas de la guerra contra el terrorismo, Estados Unidos lleva 20 años ejecutando ataques aéreos, bien desde aviones tripulados o desde drones, por diferentes zonas en conflicto. Ahora, una asociación sin ánimo de lucro con sede en Londres denominada Airwars, que se dedica a investigar la guerra aérea internacional, ha hecho público un informe en el que ha calculado que al menos 22.679 y potencialmente hasta 48.308 civiles han muerto a causa de los ataques estadounidenses en su guerra contra el terrorismo.
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