¿Cómo se explica que los norteamericanos acepten que su presupuesto se dedique a asesinar a iraquíes mientras se quema California?, ¿o que los españoles voten a José María Aznar, quien ha conseguido que el número de militares muertos en su política contra el «terrorismo» mundial supere a las víctimas de ETA? ¿Por qué alemanes o nórdicos asisten impasibles al desmantelamiento de su Estado del Bienestar? ¿Quién puede entender que los españoles estén indiferentes practicando surfing en las playas de Cádiz mientras yacen en la arena los cadáveres de inmigrantes que intentan cruzar el estrecho de Algeciras? ¿Por qué la opinión pública internacional acepta silenciosamente la desarticulación de la legislación internacional en la invasión de Iraq, la violación del derecho humanitario en Guantánamo o el final de la legitimidad de las Naciones Unidas?