Julio y agosto de 2012 fueron uno de los periodos de mayor enfrentamiento entre el Ejército de Bashar al Asad y los rebeldes. Aunque en aquellas fechas la capital, Damasco, estaba tranquila, los combates se desarrollaban en Alepo, donde tropas de los dos bandos se disputaban a tiros cada calle y cada edificio. Fueron fechas -y lo siguen siendo- donde la información que llegaba a occidente de esa guerra era peor que confusa. Ni el gobierno ni los rebeldes facilitaban el trabajo a los periodistas por lo que las mentiras y las manipulaciones estaban a la orden del día. Para unos, Siria se encontraba bajo la bota de un cruel dictador y un pueblo se había levantado en armas; para otros, mercenarios financiados por potencias extranjeras junto a terroristas islámicos querían derrocar a un presidente que se había mostrado firme frente a Estados Unidos y leal a las luchas palestinas y antiimperialistas.
Durante esas fechas, el periodista colombiano William Parra estuvo en Siria al frente de un equipo de televisión de Telesur, el canal público multinacional con sede en Caracas. Durante sus informaciones diarias los periodistas no deben hablar de cómo deben hacer su trabajo o las dificultades que encuentran, deben limitarse a contar y explicar la guerra. Tampoco tienen por costumbre detallar el funcionamiento del resto de medios de comunicación, y mucho menos criticarlos. Pero cuando han abandonado el lugar de los hechos y el debate en torno a lo que es verdad y mentira en la guerra de Siria y el comportamiento de los medios es tan agitado, el testimonio de un periodista honesto que vivió directamente los acontecimientos resulta tan valioso como necesario.