Las reflexiones y argumentaciones en torno al paro por parte de políticos, prensa e incluso gran parte de la opinión pública suelen arrastrar algunos tópicos absurdos y faltos de lógica. Por ejemplo la argumentación de eliminar prestaciones sociales para que los beneficiarios no se acomoden en las ayudas y busquen trabajo. Es uno de los razonamientos esgrimidos el pasado 1 de abril por el gobierno de David Cameron para justificar una de las grandes operaciones de recorte del Estado de bienestar en el Reino Unido que contempla la reducción de ayudas a pisos de protección oficial, la limitación de los subsidios y la redefinición de la incapacidad. El ministro de Trabajo y Pensiones, Iain Duncan Smith, y el de Economía, George Osborne, insistieron en que las medidas son "justas porque incentivan el trabajo en lugar de la dependencia social”. El mismo día que se anunciaban estas decisiones, la oficina de estadística europea Eurostat hacia público el dato de que en la zona euro hay más de 19 millones de personas sin empleo. No hay que incentivar a la gente para que busque empleos, aunque muchos no lo estén buscando, una cifra de 19 millones muestra sencillamente que no lo hay. No es que existan millones de europeos que no tengan interés en trabajar. Si se les quitan ayudas vivirán peor pero no van a buscar trabajo con más ahinco, y aunque lo hicieran, seguirían encontrando los mismos puestos que ahora, ninguno. El sistema capitalista no requiere de operarios que aumenten su interés en la búsqueda de trabajo, a este sistema le sobran miles y miles de trabajadores, la única función de su existencia es que sirvan para mantener una excesiva -y desesperada- oferta de mano de obra que permita disminuir sus condiciones para la contratación y esté dispuesta a aceptar cualquier propuesta, tanto por parte de los desempleados, como por los ya empleados que saben que no están en condiciones de exigir nada dada la oferta de trabajadores que está esperando para ocupar su puesto.
Otro mito es el de la creación de puestos de trabajo por algunas empresas. Por ejemplo se ha dicho que la llegada de Mercadona a Euskadi crearía 1000 empleos. Si así fuera es porque los ciudadanos vascos comprarían suficientes productos en esa cadena como para que se necesitara todo ese personal para distribuirlos y atenderles. Como de todos es sabido, los productos de Mercadona son de primera necesidad: alimentación, limpieza y aseo. Es decir, ya los están comprando los vascos sin que haya llegado la cadena valenciana. Y no van a comprar el doble cuando llegue. Esos puestos de trabajo ya existen y se encuentran en comercios que están vendiendo lo que pretende vender Mercadona. Si después los vende Mercadona es porque la población dejará de comprarlos donde lo hacía hasta ahora y se quedarán sin trabajo los que hoy los venden. De modo que lo único que sucederá es que, en el caso de que contraten a todo ese personal, un número similar de empleos se destruirán en otros comercios.
No se trata de negarle a Mercadona el derecho a instalarse en Euskadi o donde considere y competir con otros, pero que no nos mientan diciendo que crea puestos de trabajo. Quien sí puede crear empleo es el empresario que no reduce el sueldo de sus trabajadores o incluso que se lo suba, porque ahora ese trabajador podrá comprar más alimentos en Mercadona, ir más al cine o frecuentar más el restaurante.
En la mayoría de las ocasiones, los empresarios no crean puestos de trabajo, sólo se disputan el mercado de consumo y, por tanto, los empleos requeridos para atender ese consumo. De ahí que tampoco es válida la tesis de que el empresario debe pagar pocos impuestos, ahorrar en salarios y así lograr beneficios para reinvertir y crear puestos de trabajo. Si un fabricante de camisas gana mucho dinero y abre una nueva fábrica de camisas no estará creando más empleos porque la gente seguirá comprando las mismas camisas, la diferencia estará en si las fabricará un empresario u otro. Los ciudadanos compramos coches o muebles, nos alojamos en hoteles o estrenamos más ropa en función de nuestro poder adquisitivo, es decir, si nos pagan más en nuestros trabajos y si el Estado presta servicios públicos que nos permiten ahorrar ese gasto en nuestra economía familiar y destinarlo al consumo. La gran mayoría de las empresas privadas no aportan ningún empleo al ya existente, si lo hacen se lo están arrebatando a otro empresario. No nos dejemos engañar. La función del mercado no es crear empleos, como no paran de repetirnos, sino de generar beneficios para un determinado grupo social. El empleo es un elemento secundario en la medida en que para algunas actividades que crean esos beneficios -no todas- necesitan operarios. Pero, además, ese hipotético empleo existiría siempre en la medida en que hubiera una demanda de consumo. Crean empleo cuando mejoran las condiciones de sus trabajadores y los destruyen cuando las empeoran. Pero nunca nos lo cuentan así.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es “La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes”.