La serie documental El caso Alcàsser, de Neflix, nos lleva a muchos de los debates que abrió aquel tremendo triple crimen de 1992, pero existe uno que la perspectiva del tiempo ha convertido en todavía más espectacular: el tratamiento mediático. Efectivamente, fue ya entonces muy controvertido el papel de Nieves Herrero y Paco Lobatón, entre otros, pero han pasado más de 25 años y muchos o no lo recuerdan o no lo vivieron. Desaparecida ya la tensión y el drama de los acontecimientos, podemos verlo desde otra perspectiva más serena.
No es muy profuso el documental en la cuestión del tratamiento mediático, de hecho se centra prácticamente en el capítulo primero. Hay dos fases mediáticas en el caso. Ambas contaron con la complicidad, comprensible e inevitable de las familias. La primera en la búsqueda de las niñas, periodo en el que, lógicamente, los familiares buscaban con profusión la presencia mediática porque era la forma de garantizarse la movilización de sociedad, poderes policiales y políticos en la búsqueda. Paco Lobatón, en su programa Quién sabe dónde, se dedicó a interferir cualquier proceso de investigación sobre el paradero de las niñas. La ciudadanía, en lugar de dirigirse a los cuerpos policiales y aportar información, se dedicaba a contarlo en el programa de la televisión.