Si nos fijamos un poco en algunas bombas periodísticas, nos daremos cuenta de que, en muchas ocasiones, se trata de escándalos que, conocidos por la clase periodística, eran silenciados de forma unánime. Se había establecido una especie de omertá siciliana para no nombrar el tema. Y llega un día y, por diferentes razones, se levanta la veda y todo el mundo cuenta que se sabía.
Señalaré algunos de esos casos. Quizá el más reciente es el del empresario ventrílocuo José Luis Moreno. Ahora que el juez se lo ha llevado por delante resulta que toda la prensa ya sabía que humillaba y explotaba a sus trabajadores, que no pagaba a sus socios, que escondía el dinero a sacos y se lo llevaba a paraísos fiscales, que andaba implicado en negocios muy oscuros que explican los allanamientos clandestinos en sus casas y las palizas a manos de sicarios.