La primera vez que vi a Eusebio Leal fue en octubre de 2003 en ciudad de México. Se inauguraba el primer Encuentro en Defensa de la Humanidad e iban siempre juntos Eusebio Leal y el escritor y periodista Lisandro Otero, tristemente fallecido cinco años después. Dos gigantes de la intelectualidad cubana que se movían por el Polyforum Cultural Siqueiros con la discreción de sus sobrios trajes, su conversación serena y su amabilidad exquisita. Todo ello pura cubanidad. Fue entonces la primera vez que escuché hablar a Eusebio Leal, era la perfecta combinación de erudición, amenidad y humildad. Tres cualidades que hasta entonces nunca pude imaginar que fueran compatibles.
Para los que no supieran por qué escribimos de este hombre, hay que aclarar que el historiador Eusebio Leal falleció el pasado 31 de julio a los 77 años, tras varios años luchando contra un cáncer de páncreas. Y que es el responsable, en gran parte, de la belleza que cualquiera de nosotros ha encontrado en la ciudad de La Habana cuando ha tenido la oportunidad de recorrer sus calles. Era Doctor en Ciencias Históricas y Maestro en Ciencias Arqueológicas e Historiador de la Ciudad de La Habana. Desde 1981 era el responsable de conducir las obras del Centro Histórico de La Habana, declarado por la Unesco en 1982 Patrimonio de la Humanidad. Con toda seguridad, si le hacemos a cualquier cubano la escueta y críptica pregunta “¿Quién es el historiador?”, sin aportar ningún otro contexto, responderá: “Eusebio Leal”.