Cuando la gente comenzó a usar internet, todo el mundo pensó que nos permitiría obtener información de fuentes muy diferentes, que cuestionaría nuestros prejuicios, que ampliaría nuestra forma de pensar. Pero lo que ha ocurrido es que el suministro de información ha sido controlado por un puñado de grandes tecnológicas.
Esas empresas saben exactamente qué información deben darnos para que sigamos volviendo a por más, para que sigamos adictos a sus servicios.
Por un lado, está esa enorme consolidación de poder de las grandes tecnológicas. Por otro, nuestro propio comportamiento, que aumenta nuestra dependencia hacia ellas.
Esta es la tesis que ya planteó hace años Nicholas Carr en su exitoso ensayo Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?
La situación más extrema de esa alarma acerca de la dependencia que tendríamos y que transmitía Carr son hoy las redes sociales.
Hace unos días repasamos las miserias del imperio Zuckerberg, es decir, Facebook, WhatsApp e Instagram. Pero no olvidemos que existen más servicios y redes sociales, redes que son más para atraparnos que para socializarnos. Veámoslas.
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