¿Qué hace más fuerte a una lucha social? ¿Contar con cien personas organizadas de forma estable con una sede física y tener propuestas de intervención políticas concretas? ¿O contar con mil personas movilizadas en la calle sin organización entre ellas ni sede ni propuestas de intervención institucional definidas? Las recientes movilizaciones sobre la declaración de emergencia climática en torno a la denominada plataforma 2020 Rebelión abren de nuevo el debate sobre los métodos de lucha más útiles para lograr un propósito. De nuevo se impone la movilización de aluvión frente a estructuras organizadas.
Llevamos ya varias experiencias similares de movilizaciones con resultados nulos. El siglo XXI comenzó con Foros Sociales Mundiales, donde decenas de miles de jóvenes, y no tan jóvenes, organizaban eventos de discusión y debate con sus correspondientes manifestaciones y con todo un crisol de colectivos participando de forma no jerárquica. Renegaban de partidos políticos y gritaban (gritábamos) “otro mundo es posible”. No cambiamos nada. Las organizaciones a las que nos enfrentábamos, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc. ni se han inmutado, siguen igual y los foros han desaparecido. Solo siguen los partidos políticos y las organizaciones estables que había antes de que llegaran esos foros. Solo se avanzó en conseguir nuestras reivindicaciones en algunos países latinoamericanos donde algunos de esos partidos de izquierda llegaron al gobierno, y solo se ha avanzado mientras se han mantenido en el gobierno.
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